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Blog: Capitular
Conversar: herramienta de la crítica
Por Luis Bugarini
La conversación es una forma de traslado. Expresa la tentativa de entender al otro. Hasta las preguntas más elementales revelan aspectos del sujeto/objeto. Así, la presunción aunada a los excesos del impulso deductivo sólo demuestra pereza por parte de quienes la ejercen. Descubrir, entonces, se vuelve una destreza que requiere práctica, al igual que el ciclismo, la natación o la caminata. Se aprende a conversar no cuando se permite que el otro diga lo que le parece, con el desorden natural con que brota el pensamiento, sino cuando hay una pauta para guiar el camino a un destino, indeterminado de origen.
A su vez, para que la entrevista pueda ser utilizada como una herramienta crítica, se requiere disposición de ánimo para intentar un diálogo informado. La apertura de entendimiento es un artículo de primera necesidad cuando se intenta inaugurar esta forma del tránsito. El interés legítimo y genuino por un producto cultural hace la diferencia entre quienes intentan una aportación a la cultura. En su ámbito de acción, el periodismo de urgencia da palos de ciego al árbol para que caiga la fruta y levanta aquello que tiene al alcance. Porque hay que entrevistar a otro y luego corregir el reportaje y luego salir a cubrir un evento. Según transcurren las horas, los individuos pierden el nombre y su rostro se emborrona. Todo termina por confundirse. El consumo periodístico desgasta el contenido de las notas nada más se cambia la hoja del periódico, o se aprieta otro enlace en el navegador.
Protagonistas de la Literatura Mexicana (1985) de Emmanuel Carballo es uno de esos ejercicios en los que se conjuga la admiración, la comprensión del objeto y el afán por transmitir parte de su riqueza. Cada una de las entrevistas se planta lejos de la urgencia y se detiene en aspectos que pasan desapercibidos para quienes hojean un libro y hacen una nota a quemarropa. La capacidad lectora de Carballo es insaciable, lo mismo que su curiosidad. Es triste reconocer que el crítico no puede explorar todo lo que quisiera. De ahí la necesidad de que la crítica estalle en todos los sentidos posibles. Unos leerán a ciertos autores y otros más, con suerte, a los menos conocidos. De todas estas iniciativas, se leerá una cartografía de amplio espectro, con el nivel de detalle necesario, así como las deficiencias que las siguientes generaciones deberán cortar de tajo, si fuere de su interés. Revelar los espacios de sombra en el mapa de una literatura es una tarea primordial del crítico, con independencia de cuál sea el punto del espacio desde donde realice su labor.
En un ámbito diferente, Vuelta a “El laberinto de la soledad”, profusa entrevista que Paz concedió a Claude Fell, se ha vuelto un apéndice que expande y clarifica la tentativa del poeta mexicano. En este tipo de ejercicios el interlocutor es la base sobre la cual el autor puede dispersar o limitar su explicación del mundo. Porque también es posible dilapidar una ocasión semejante y orillar al entrevistado a la puerilidad, a la cursilería y a otras formas de pérdida del tiempo. El mismo Paz concedió una entrevista a Sari Bermúdez (disponible en Youtube), en el cual él termina por tomar el control de la conversación debido a la precariedad del interlocutor. La asimetría es tal que Paz decide leer fragmentos extensos de su poesía y limita las intervenciones de Bermúdez, que parece lo más saludable. Es una entrevista que debería mostrarse como un ejemplo de cómo no entrevistar ya que, en sus limitaciones infinitas, ni siquiera es posible sopesarla como un ejercicio capaz de extender el ámbito de influencia del entrevistador así fuera como portavoz del periodismo de salón.
Así que la entrevista admite un rango amplio de posibilidades. Su alcance depende de la inteligencia o sensibilidad que la ejercite. Puede ser una forma de dar gritos en el desierto, ampliar las relaciones personales o, en un escenario ideal, apretarle los hilos a productos culturales que merecen ser considerados.